Te olvidaste de darme los buenos días, y mis besos de buenas noches se fueron apagando
Después de esa tarde, él ahora no era ya tan solo aquel niño especial de su instituto, era el más especial de todos. Día a día aquello iba en aumento, cada día era más ese algo que le hacía pensar que le necesitaba, que era un gran apoyo en su vida, un gran apoyo que apareció sin querer, por casualidad y que ahora se había convertido en tanto…Mirar hacia un lado y verle, mirar esos ojos con tanto brillo y esa sonrisa…esa sonrisa que cambiaba todo su mundo. Aquel al que le contaba sus penas, sus amoríos y sus momentos de bajón, aquel que la había ayudado cuando fracasó, que la había hecho olvidar aquellas heridas de guerra de algún combate en el amor, iba subiendo en la escala, cada día un pequeño peldaño más. Él la hacía sentir bien, como hacía tiempo que no se sentía, la llenaba de besos que guardaba en una pequeña cajita cerca del corazón. Él, que era su locura y su tranquilidad.
 

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