Te olvidaste de darme los buenos días, y mis besos de buenas noches se fueron apagando

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Coger las maletas del armario, meter la ropa sin pensar, lo imprescindible, ropa de abrigo por si empeorase el tiempo y poco más. Algo de dinero y el móvil en la mano. Mandar un sms para despedirme de las personas más importantes esperando el tren y no decir dónde voy. Sacar del bolsillo el mp4 y esperar a que el tren llegue a la ciudad más próxima hacia donde vaya. Coger un autobús que pasa una vez por semana y llegar. Un pueblo perdido, solitario. Sin muchos recursos y sobrado de tranquilidad, alejado del ruido, el trafico y las luces de la ciudad. Pocos habitantes y cada uno centrado en su vida, sin meterse en nada. Esa casa, pequeña, con un patio, quizá un manzano en él y una hamaca debajo. El salón y la cocina con lo mínimo, lo imprescindible y casi nada de tecnología. Dejar el móvil en cualquier parte, apagado ya que ningún sonido procedente de él podrá romper el silencio del lugar, en aquel sitio de poco servirá, allí no llega ni la señal de televisión casi y mucho menos la cobertura de móvil. La prensa tardará varios días, quizá una semana en llegar, lo justo para saber que pasa en el mundo pero sin agobios. Pasar allí un tiempo,pensando y organizándolo todo en mi cabeza, dejar todo de lado por un tiempo, la rutina, coger fuerzas, tomar energías para la vuelta y poder soportar la presión de toda la gente preguntándome un por qué

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