Te olvidaste de darme los buenos días, y mis besos de buenas noches se fueron apagando
Mi Ángel
Como me gustaría que estuvieras aquí, viendo todo esto. Las cosas han cambiado, cambian todos los días pero últimamente, podría decirse que todo marcha bien. El tiempo continúa su curso, no para, no hace ninguna pausa. Cada día es distinto, en según qué temas las cosas son difíciles y en ocasiones se ponen feas. Cuando el miedo ataca, hay que sacar fuerzas, ponerse una coraza para que esto no afecte más de lo debido y seguir. He aprendido de estos momentos, se quedan gravados acompañados de las sensaciones y los pensamientos que pasan por tu cabeza en ese mismo instante. Ayudas y das las gracias a aquellos que te han ayudado, te desahogas en un abrazo que calma y reconforta.
La pequeña va creciendo, ha cumplido los quince, la niña bonita. Las cosas con ella también cambian, han cambiado a mejor. Es mucha la diferencia que había hace unos años, de pelearnos por cualquier motivo, no aguantarnos, a ahora que pasamos las horas hablando contándonos lo importante de cada día y lo que lo es menos. Compartimos desde el primer minuto nada más despertar hasta la vuelta a casa, las tardes de compras y las noches con amigos. Es esencial en mis días. Solo tres años nos separan, tres años que se desinflan cuando aprendo de ella, cuando aprende de mí. Sabes abuelo, me da miedo que vuelva a casa tarde sola, me da miedo que crezca y todo lo que conlleva el crecimiento, me da tantísimo miedo que la pueda pasar algo, que viva momentos malos. Supongo que será el sentimiento de protección, el que tenemos todos a proteger a los pequeños, pero el tiempo pasa y ella como yo, tiene que crecer.
Dicen que por la vida pasan muchas personas, unas se quedan y otras se van, pero a día de hoy puedo decir que tengo a mi lado personas que de verdad merecen la pena.
Recientemente he encontrado personas muy valiosas, en especial dos, quizá sea porque son con los que más tiempo comparto a comparación con el resto de ese grupo de chicos sencillos de barrio y con ganas de reír, o quizá porque su forma de ser les haya hecho ganarse ese puesto. Con ellos paso las tardes en cualquier lado, hablando, escuchando música, bailando, riendo, lo que haga falta. Saben hacerme reír cuando la rabia se apodera de mi, se frunce mi ceño y los nervios estallan. Saben calmar mis miedos, mis temores, saben escuchar y aconsejar. Sacan lo mejor de mí aun cachondeándose de mis formas y modales. Alteran y relajan mi estado con tan solo una palabra, solo una y todo cambia. Han demostrado que están ahí, que mereció la pena conocerlos y seguir haciéndolo día a día, se han ganado la denominación de amigos. También sacan lo peor de mí, hay veces que los mataría pero ¿Qué haría sin ellos? Sin las tardes de risas y mil sonrisas, de abstracción y rayadas, de peleas con cariño para liberar tensiones y de los ataques de mordiscos y arañazos entre dolor y risa. Cuando las cosas no van bien, un abrazo, una coña hace que esto crezca más. Son grandes personas abuelo, es poco relativamente el tiempo que hemos pasado juntos, nada comparado con el que estoy dispuesta a compartir, siempre que ellos quieran y lo permitan. Les tengo que dar las gracias por todo, mis chicos, mi apoyo.
Dicen que por la vida pasan muchas personas, unas se quedan y otras se van, pero a día de hoy puedo decir que tengo a mi lado personas que de verdad merecen la pena.
Recientemente he encontrado personas muy valiosas, en especial dos, quizá sea porque son con los que más tiempo comparto a comparación con el resto de ese grupo de chicos sencillos de barrio y con ganas de reír, o quizá porque su forma de ser les haya hecho ganarse ese puesto. Con ellos paso las tardes en cualquier lado, hablando, escuchando música, bailando, riendo, lo que haga falta. Saben hacerme reír cuando la rabia se apodera de mi, se frunce mi ceño y los nervios estallan. Saben calmar mis miedos, mis temores, saben escuchar y aconsejar. Sacan lo mejor de mí aun cachondeándose de mis formas y modales. Alteran y relajan mi estado con tan solo una palabra, solo una y todo cambia. Han demostrado que están ahí, que mereció la pena conocerlos y seguir haciéndolo día a día, se han ganado la denominación de amigos. También sacan lo peor de mí, hay veces que los mataría pero ¿Qué haría sin ellos? Sin las tardes de risas y mil sonrisas, de abstracción y rayadas, de peleas con cariño para liberar tensiones y de los ataques de mordiscos y arañazos entre dolor y risa. Cuando las cosas no van bien, un abrazo, una coña hace que esto crezca más. Son grandes personas abuelo, es poco relativamente el tiempo que hemos pasado juntos, nada comparado con el que estoy dispuesta a compartir, siempre que ellos quieran y lo permitan. Les tengo que dar las gracias por todo, mis chicos, mi apoyo.
Estas y tantas otras cosas son las que me gustaría poder contarte sentados en un banco de cualquier parte Abuelo.
Después de esa tarde, él ahora no era ya tan solo aquel niño especial de su instituto, era el más especial de todos. Día a día aquello iba en aumento, cada día era más ese algo que le hacía pensar que le necesitaba, que era un gran apoyo en su vida, un gran apoyo que apareció sin querer, por casualidad y que ahora se había convertido en tanto…Mirar hacia un lado y verle, mirar esos ojos con tanto brillo y esa sonrisa…esa sonrisa que cambiaba todo su mundo. Aquel al que le contaba sus penas, sus amoríos y sus momentos de bajón, aquel que la había ayudado cuando fracasó, que la había hecho olvidar aquellas heridas de guerra de algún combate en el amor, iba subiendo en la escala, cada día un pequeño peldaño más. Él la hacía sentir bien, como hacía tiempo que no se sentía, la llenaba de besos que guardaba en una pequeña cajita cerca del corazón. Él, que era su locura y su tranquilidad.
LhdP
Señores, amar es también entender el rechazo, entender que te van a hacer daño, entender que vas a sufrir, que vas a llorar. Es entender que las cosas son muy distintas al sacramento del matrimonio. Hoy te casas y vives feliz para toda la vida, falso, por muchos siglos que puedan seguir proclamándolo.
The End
Como si de un final feliz se tratase, sin problemas, sin disputas, todo había acabado. El tiempo hablaría por sí solo y diría si era lo mejor estar así. Ojos que no ven corazón que no siente, quizá fuera verdad el dicho popular y después de todo, los sentimientos quedasen anulados por la falta de miradas y sonrisas. A lo mejor no se trataba de poner toda la carne en el asador, ni de hacer todo lo posible para que no naufragase, sino que quizá nunca tuvo que aparecer en su camino, no tuvieron que cruzarse sus miradas ni pasar buenos ratos juntos, quien sabe lo que tenía pensado para ellos el destino.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)