Te olvidaste de darme los buenos días, y mis besos de buenas noches se fueron apagando

Fue difícil el momento en el que sus miradas se cruzaron después de todo lo pasado, después de algo más de un mes volvieron a mirarse frente a frente. Una situación tensa, complicada y más en aquel lugar, donde tantas otras veces sus miradas decían otra cosa, hablaban por si solas. Una mirada sostenida unas decimas de segundo, sin saber muy bien qué hacer, pero sin apartarla. Millones de sensaciones recorrieron todo su cuerpo, miles de pensamientos chocaban, unos contra otros. Y entre sensaciones y pensamientos, por su memoria iban pasando diapositivas, como si de una película antigua se tratase, de momentos compartidos en aquel lugar.

Una situación fría, distante, comparada con todas las demás que habían vivido tiempo atrás. Palabras que intentaban expresar sentimientos, miradas que no se cruzaban por la falta de valor, porque cada uno de ellos miraba en una dirección. Uno al suelo mientras intentaban expresar entre nervios y bloqueo, todo lo que quería hacerla saber, y ella le miraba de vez en cuando con una sonrisa en la cara, que se desdibujaba si él la miraba con los ojos tristes y sin saber que decir. Seguían andando, sin saber dónde ir, pero esperando que el otro dijese algo. Y con la mirada hacia el suelo, caminando al mismo tiempo y levantando la vista, viendo su mano a pocos centímetros de la suya, los recuerdos y quizá las ganas de agarrarse a su mano, como hacían tiempo atrás, la obligaban a volver a mirar al suelo. Era difícil volver a mirarse, con otros ojos, mientras uno pensaba que lo que había dejado pasar ahora era lo que quería, y otro pensaba en todo lo pasado a su lado y a la vez el daño causado, eran sentimientos enfrentados.


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