Te olvidaste de darme los buenos días, y mis besos de buenas noches se fueron apagando

Ángel con jota

No puedo evitar ahora mismo pensar en ti y derramar alguna lágrima. Por mucho que lo intente…salen solas. Yo que para estas cosas no valgo, que no soy fuerte y a la mínima saco todo, cuando los sentimientos están a flor de piel, se condensan en mis ojos de forma visible. No sabes lo que me gustaría que estuvieras aquí y que vieras todo esto, todo lo que está pasando en primera línea. Las cosas cambian a un ritmo frenético, de la noche al día y casi sin darnos cuenta. Unos días tan arriba, queriendo atravesar las nubes y llegar incluso al mismísimo cielo, dando lo mejor de mí sin pedir nada a cambio y otros…en los que parece que después de haber tocado el cielo, todo se cae de golpe como un castillo de naipes derrumbado por el viento. Días en los que hubiera sido mejor seguir durmiendo a partir de las siete de la mañana, días en los que no me siento grande, no valoro y el negativismo se apodera de mi, tan pequeña y vulnerable. Como me gustaría que estuvieras en esos días, para darte lo mejor de mí, para contarte mis planes de conquista terrestre, para contarte cualquier estupidez y que riamos juntos. Sabes, ahora estoy en esos días en los que no busco problemas, ni agujeros infinitos sin salida, en los que me sonríe la vida y si no, ya está él para hacerla cosquillas y que la sonrisa sea la mía. Me siento bien conmigo misma, con el resto, todo lo veo positivo menos la ausencia. Tu ausencia. Como me gustaría también que estuvieras en los días no tan buenos, en los malos, para pedirte consejo y que me ayudases a salir adelante. Me gustaría tantísimo verte. Me gustaría tanto que me vieras crecer, día a día madurar por las buenas o por las malas, con palos y sonrisas, que me vieras reír sin motivo alguno o con millones de ellos. Ojala pudieras estar presente en el momento de mi caída y verme levantar, limpiarme la ropa y seguir hacia delante. Ojala me vieras de cerca, proponerme metas y alcanzarlas, dejarme la piel por todo aquello que valoro.
Ojala me vieras ahora mismo, no me falta nada, más que tú, tengo lo que quiero y quiero lo que tengo. Mil motivos para reír, pero los mismos por los que llorar, porque tú eres esos mil motivos.

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